martes, 28 de diciembre de 2010

ícaro en llamas

Hubo días en los que salí sin desear tan siquiera un abrazo,
otros me salpicaron con fuerza para que recordara momentos:

La monotonía llegó a tu balcón como maceta que arropa,
pero se quedó pegada a vuestros cuerpos para siempre.
Esperando el aviso que ni llega ni alcanza
para disparar una sonrisa que oscura se mantiene dentro.
Ni bocas calladas ni firmes sentencias
recrearán ardiente las noches de sirena con ella.
Ahora tu cuerpo desnudo llama a su alma de cenizas caricias,
pero al tocar tus alas verá la angustia que no mata pero si agoniza.





Estefanía

domingo, 12 de diciembre de 2010

Lo que no fue no será

No es lo que siento, es el momento,
aunque tampoco se convierten en ansias
cuando te tengo.
Adiviné por gestos todo lo que pasaba,
pero ahora no me atrevería a contarte nada.
Ahora solo me queda reservarme todo,
aguantar como hice desde el primer día.
Cualquiera no hubiese creído que te quería,
ni yo misma hubiese pensado grabar
nuestra historia en verso.
Pero sucedió así, como cuando sales con el sol
y la lluvia te sorprende de pronto,
y te mojas.
Y cuando te mojas ya no queda nada,
todo está entre nosotros.
Ahora que los días secaron las aceras,
me alejo del momento que no fue
y dejo de imaginarme a tu vera.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Marruecos

No hubo odio en su mirada,
ni la tierra árida se convirtió en manto
cuando ellos por allí pasaban.

Un olor que a veces llega,
y tan profundo que se les olvidaba
que llegaba con gusto mi hora de la merienda.

No sólo huele a pobreza;
sus manos delataban sus vidas,
allí escritas sonaba cada melodía,
cada nana que ya perdida,
sonaba por altavoces rotos y viejos.

Conteniendo un nítido abrazo
que con gusto le hubiese regalado
a una tierra que no espanta,
pero sí anuda en la garganta
vocales que ni siquiera se atreven a salir.

Ojalá una gota de cada lágrima
que no derramé por vergüenza,
se conviertan ahora en inmensa alegría
por haber compartido algo más
que abrigo en una noche de tormenta.



Estefanía

viernes, 3 de diciembre de 2010

Sinceridad y una pizca de ron

Estoy a punto de confesarte entre copas
mis sentimientos,
aquellos que difícilmente puedes ver
desde tu posición.
Lo mismo no me harán falta muchas,
porque mi sinceridad actual
llega a un punto de borrachera.
Admitiré siempre que te quiero,
pero no por eso consentiré tus daños.
De nuevo hoy tus palabras me hirieron,
buscaste la exacta que mi ego conoce,
y de nuevo una máscara.
No me servirá como cura,
pero sí como estrategia de juego
en esta partida, que para mí
sigue siendo esta maldita vida.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

...Recuérdame que te quería...

Recuérdame si sigo viva y yo no me acuerdo, 
que te quería.
Déjame dormida todas las noches 
con cuentos de mi vida,
acariciando mi pelo ya gastado, 
blanco como la nieve a la que nunca vi abrazar
a estos árboles ya cansados.
Cuéntame entre palabras ahogadas
y con paciencia algo disimulada,
que aprendí de todo aquello
que pasó de largo en mi vida.
Y, sobre todo, hazme creer que tuve la suerte
de compartir con mi gente
lo mejor de cada una.
Recuérdame si algún día yo no me acuerdo,
que no dejé de quererte en la vida.






(Concurso Centro Poético)

No; ya tengo

Me paré en el semáforo incierto por unos segundos,
y el muchacho de piel morena me miró con ganas de huir
de todo aquello a lo que llaman vida.
Sentí el escalofrío insensato de la desesperación,
y como una nueva idea a mi cabeza,
comprendí sus ganas de morir ahogado en las
tinieblas de la ignorancia.
Di marcha atrás para volver a vivirlo,
y no fui yo quién compró los pañuelos a los que
llenará de lágrimas cada anochecer vacío y hambriento;
fui yo quién lo acompañó para llorar juntos
en esa tarde amable y abierta a todo aquello
a lo que llaman vida.






(I Concurso de Microcuentos; Escribir adrede)

lunes, 29 de noviembre de 2010




Hoy no brilla el sol, pero tampoco tiene porqué hacerlo.

Esta efímera tarde se cubrió pronto de un manto
oscuro de estrellas que sacudía con fuerza
gotas del azahar que espera.

Esta tarde el sol libraba por estas tierras,
se marchó por un momento para secar las vidas
por donde pasó sin espera
el huracán que ahuyenta hasta a la tormenta.

Viajó por poblados donde apenas ilumina
el resto del año condenado a la lluvia intensa,
y volverá cansado de ver un mundo diferente
y que apenas esboza una sonrisa.

Allí no hay un día en el que el sol no se rinda
a sus desconocidas risas,
y agote de ganas a la vida frustrada
de cada muerto en vida por injusticias.



Estefanía...

Las calles contigo

Calma en mis pies 
tras noches andando despacio,
recorriendo paso a paso 
las calles sinsentido que recorrí
disfrazada.
Para qué una charla contigo,
ahora que ya pasó todo.
Para qué sincerarme en tus ojos, 
si luego todo me falta.
Y para qué un susurro en tu oído
para que nunca me escuches,
y te vayas.


sábado, 27 de noviembre de 2010

Sentidos que se fueron contigo

Esperanza la que me acuesta
en días lluviosos en mi cabeza.
Recuerda a cada momento
historias que nos quedan por vivir.
Entonces te amarras a mi cintura
y paseamos a un cielo tan azul
como espumoso, tan espumoso
como tu cuerpo.

Espera que te cuente el último verso,
aquel que escribí con la poca tinta
que quedaba en mis venas.

Escucha mis silencios
como notas de color 
que pintan nuestros miedos.

Descubre en mi boca
las letras que aun no he dicho,
y entiende que en cada huella
de mi espalda están tus dedos
dibujados con esa tinta que me quedaba.

Cinco sentidos tenía
y cinco sentidos se fueron contigo
para aguardase del frío que viene
de nuevo a mi cuerpo sombrío.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

No-Noviembre

Por sus calles y bordillos escalonados,
todo sueños que vinieron en el Abril de tu alma.

Al día siguiente un  peregrino
me guiaba en una barca sin cauce,
con un abrigo de Mayo que llegaba al puerto de Cádiz.

Por un mar de rosas aromáticas,
paseaba en un parque de Junio,
que al son de una armónica cantaba
aquel mendigo huérfano de letras largas.

Rápido llegó el levante sureño,
acechando con fuerza una meta que llega,
 pero que ni siquiera aceleraba.

No le odio por sus letras,
ni tampoco por sus brisas,
no me amarga su existencia si en él
tú me acompañas en risas.

Noviembre tiene algo pesimista en su mirada
no lo afirmé por rima, lo dije por las batallas.
Todas esas por las que luchando perdí
en cada una de las páginas de su diario.

Esperando que llegue el amigo Mayo
y descargar con el agua que llega todo lo que aun
no he llorado.

Estrella que no quisiste

Pies descalzos, rodillas frenadas por el suelo,
alimento errante de mi cordura,
que siembra fuego por dentro.

Aseguraste vivir algo nuevo,
incapaz de articular palabra te encontrabas,
como si de la primera vez se tratase,
me contabas.

Camino izquierdo he encontrado
peor aun que tu sombra,
con más recuerdo tatuado
que tu dolor en mi pecho sin traje.

No fue con honra ni coraje,
pero aun viviría mil veces para lamentarme
un millón más de auroras.

Porque no quisiste venir a la orilla
de mi cielo entonces nublado,
y ahora perturbas mi sed a esa que mantenía
callando.

Lamentando, ¿sabes? cada rincón de mi cintura
por haber robado de lo nuestro
y haber participado de toda una vida insensata,
maniatada a tu cuerpo.

Agua caliente

Escuchando la canción que me recuerda a todo y a nada, 
aquella que me pone más nostálgica
aunque apenas se note.

Pero no es sólo la canción la que me agota,
hoy de nuevo mi cara suda en lágrimas,
pero hoy llevan más prisa; 
hoy no se detienen ni por un solo instante.

Ni agua caliente para mis pies,
ni abrazo de bienvenida que valga.
Tan sola como la una que me acuesta cada noche.

Lloro de rabia porque cambié,
lloro por ser fruto maduro en momentos como éste,
no saber afrontar los problemas que llegan
en el mes de noviembre.

Esta noche me hace falta todo,
sin tenerlo rebusco de mis recuerdos momentos,
aunque así solo pueda llegar a imaginarme los buenos,
y que me hieran al no haberlos tenido.

jueves, 11 de noviembre de 2010

El día de hoy

Hoy cada lágrima disuelta en mi teclado
tiene una razón,
por eso son tan sólidas y tienen vida.
Porque hoy todo me duele,
hasta lo que tiene que ver contigo.

Hace un momento abriste la puerta
con gesto incierto, y tras vomitar
palabras brutas y no de mi agrado,
te fuiste siguiendo los mismos pasos que al entrar.

No es que quiera convencerte de nada,
ni trato de que me quieras más que a nadie,
sólo necesito que por un segundo escuches
a mi corazón latir, y entre cada uno de ellos,
una palabra rota por el silencio.

De veras que no entiendo tu postura,
hace años me acariciabas el pelo con tanta dulzura,
que mi pena se escondía entre tus dedos al tocarme.

Mi inspiración viene como le presta,
y hoy es un día malvado para mi vida,
pero excesivamente bueno para mi libreta.
Hoy llenaré de lágrimas sólidas
las páginas de fe que quedan en ella.

Días nublados

Perpetuados sin sangre de dominio,
recordando a cada instante de dónde venimos. 

Ahondas las huellas de tu pasado,
sin olvidar un feliz momento sin sembrar.

No fui la cautivadora de tus brazos,
ni la que te llevó a un mar de torturas sin paracaídas,
sólo quise convencerte de que eso no era vida.
Noche tras noche perdías la vida despacio,
y tu corazón que avisaba por momentos te convenció.

Te convenció un día como el de hoy,
en el que nubes y buitres anuncian lo nuestro.

Haberte ido para siempre fue lo más oscuro de mi vida,
que no quiero recordar sin que sean días como éste,
en los que tus versos se encadenan a mí,
y yo en tu tumba, esperándote.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

No más

Son días de maleta desordenada,
de sentimientos incordiantes  y manos sin huella
donde en mi cuerpo tiempo atrás, solía reflejarse.

Manteniendo la misma firmeza de siempre,
el mismo semblante y la más tibia sonrisa cual musa Da Vinci,
me dirijo a llamarte.
Tus respuestas monosilábicas me contestan con arrogancia,
y yo, cuerpo ausente de tus labios, de tus palabras,
caso omiso a los antónimos de aquellos primeros veranos
en los que tu boca serpenteante acariciabas.

Como en las madrugadas sinceras,
los despertares al más profundo de los valles
donde paseaban especies casi inhumanas,
se borran de mi mente como un colibrí sin alas.

Pendiente de tus brazos, aquellos que retorcían mi cuerpo,
como las ramas a la morera,
que enredando que se enreda, por el más fiel de los troncos,
se transforma en un monstruo horrible que apalea mis verdades.
Con mirada inocente, mi amor perduró por muchos años,
pero este día es sombreado, agonizante,
como mi corazón, que está cansado de esperarte.

Hoy vuelvo atrás, recordando, 
ojeando por las puertas transparentes de mi tren,
mi futuro, mi ayer; 
porque aún sé que moriría por verte por sólo un instante,
pero mi fatiga y monotonía se adueñan de mí,
recordándome los ratos de moratones y palabras sucias, desagradables.


Las vías secantes de mi vida vuelven a cruzarse,
pero prefiero morir de amor,
antes de que tú me mates.

Negro y Blanco

En esta mañana lujuriosa del mes de marzo,
sentada en el sillón donde tantas veces 
me mantuviste inquieta en tu regazo,
voy pasando momentos instantáneos de color negro y blanco.

Mirando a la ventana, suspirando por volver atrás,
y sentir como todas esas fotos,
vuelven a descontar a mi cintura el paso de los años.

La de color pastel muestra aquella primera vez
que fuimos juntos de viaje,
ésta otra refleja las tardes en las que esperamos
ansiosos la caída del luminoso
en una orilla de un mar arrogante.

Y las noches en tu casa ya no la relejan las fotos,
porque perderían el encanto del recuerdo
a media tarde del llanto de un ruiseñor que cantaba;
el cosquilleo en mi barriga de las hojas
de sauce que encontraste,
y el gato sensible de tu cordura arrimado a nosotros.

Y ahora, como las ramas del árbol,
mis recuerdos me atormentan,
porque un día te fuiste con algunos de los momentos instantáneos
de color negro y blanco,
y borraste de mi mente el sabor amargo
del paso de los años.