miércoles, 10 de noviembre de 2010

No más

Son días de maleta desordenada,
de sentimientos incordiantes  y manos sin huella
donde en mi cuerpo tiempo atrás, solía reflejarse.

Manteniendo la misma firmeza de siempre,
el mismo semblante y la más tibia sonrisa cual musa Da Vinci,
me dirijo a llamarte.
Tus respuestas monosilábicas me contestan con arrogancia,
y yo, cuerpo ausente de tus labios, de tus palabras,
caso omiso a los antónimos de aquellos primeros veranos
en los que tu boca serpenteante acariciabas.

Como en las madrugadas sinceras,
los despertares al más profundo de los valles
donde paseaban especies casi inhumanas,
se borran de mi mente como un colibrí sin alas.

Pendiente de tus brazos, aquellos que retorcían mi cuerpo,
como las ramas a la morera,
que enredando que se enreda, por el más fiel de los troncos,
se transforma en un monstruo horrible que apalea mis verdades.
Con mirada inocente, mi amor perduró por muchos años,
pero este día es sombreado, agonizante,
como mi corazón, que está cansado de esperarte.

Hoy vuelvo atrás, recordando, 
ojeando por las puertas transparentes de mi tren,
mi futuro, mi ayer; 
porque aún sé que moriría por verte por sólo un instante,
pero mi fatiga y monotonía se adueñan de mí,
recordándome los ratos de moratones y palabras sucias, desagradables.


Las vías secantes de mi vida vuelven a cruzarse,
pero prefiero morir de amor,
antes de que tú me mates.

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