jueves, 11 de noviembre de 2010

Días nublados

Perpetuados sin sangre de dominio,
recordando a cada instante de dónde venimos. 

Ahondas las huellas de tu pasado,
sin olvidar un feliz momento sin sembrar.

No fui la cautivadora de tus brazos,
ni la que te llevó a un mar de torturas sin paracaídas,
sólo quise convencerte de que eso no era vida.
Noche tras noche perdías la vida despacio,
y tu corazón que avisaba por momentos te convenció.

Te convenció un día como el de hoy,
en el que nubes y buitres anuncian lo nuestro.

Haberte ido para siempre fue lo más oscuro de mi vida,
que no quiero recordar sin que sean días como éste,
en los que tus versos se encadenan a mí,
y yo en tu tumba, esperándote.

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