martes, 28 de diciembre de 2010

ícaro en llamas

Hubo días en los que salí sin desear tan siquiera un abrazo,
otros me salpicaron con fuerza para que recordara momentos:

La monotonía llegó a tu balcón como maceta que arropa,
pero se quedó pegada a vuestros cuerpos para siempre.
Esperando el aviso que ni llega ni alcanza
para disparar una sonrisa que oscura se mantiene dentro.
Ni bocas calladas ni firmes sentencias
recrearán ardiente las noches de sirena con ella.
Ahora tu cuerpo desnudo llama a su alma de cenizas caricias,
pero al tocar tus alas verá la angustia que no mata pero si agoniza.





Estefanía

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