domingo, 20 de febrero de 2011

1995

Un estrecho vacío quedó entre sus páginas en blanco
y mis versos amargos; un gris desencuentro
cubrió la calma sobre la que yacía mi olvido.
Tampoco un suspiro, pero sí la conciencia
dormida entre horas.
Hubo un momento en el que me temblaron las piernas,
tras recibir el perfume silencioso de los años.
Ni siquiera éstos lograron olvidarte,
ni siquiera mis ojos saciaron las ganas de imaginarte.
Sólo siento no haber sido yo misma,
sólo siento que tras los días
aun no sepas con quien compartiste tu vida.


Estefanía

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